¿Manos limpias?
En ningún país del mundo, ni en ninguna época de la historia, ha existido una diferenciación tan abierta y prolongada entre los ciudadanos como esta que nos separa rabiosamente a los españoles desde hace 25 años. Bajo las hipócritas apariencias de benignidad -impuestas a contrapelo por las exigencias del mundo exterior- en España no sigue habiendo otra cosa más que vencedores y vencidos. No importa que nosotros mismos, los demócratas y liberales que quedamos de la parte de acá, se la hubiésemos ayudado a ganar. No teníamos otra opción que hacerlo así o ir al paredón, cuando no a desengrarnos lentamente en una cuneta, en uno de aquellos trágicos amaneceres. Quizá las generaciones venideras nos tachen de cobardes, y en cierto modo tendrán razón. Sin embargo, había que haber vivido el terror que nosotros sufrimos, sentirse, como nosotros, inermes, desarticulados e impotentes, para comprender que sólo un heroísmo desesperado, con la previa y absoluta seguridad de ser arrollados, podría habernos valido en una lucha tan desigual.
No; no hemos sido heroicos, pero tampoco fuimos cobardes. Frente a lo uno y lo otro, hemos mantenido, venimos manteniendo día a día, nuestra inquebrantable rebeldía interna, nuestra esperanza y nuestra fe en una España democrática y culta. No nos hemos resignado jamás.
Xosé María Alvarez Blázquez: "Nosotros, los vencidos". (Vigo, 29 de maio de 1962).
En revista Murguía, 23-24(2011): 19-24. Edición comentada por Celso Álvarez Cáccamo.
Figura: "A derradeira lección do mestre", Galicia mártir (1937), Castelao.
1 comentario:
Non sei que me recordan eses carballos
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