30/1/12

Cunqueiro en Ortigueira


Yo había leído a D. Federico Maciñeira, había leído su "Crónicas" y sus estudios de Prehistoria. Allá por el año 32, cuando yo leía mi Pomponio Mela, ir a Ortigueira sería para mi ir al país de los arrotrebas, una gens céltica y marinera, de la estirpe de Mill. Maciñeira, retratado y junto a un dolmen o a la cabeza de la fila india de un cromlech, me era una estampa familiar en libros y revistas de arqueología prehistórica. Las cosas se le montan a uno de endiablada manera en la cabeza y así, Ortigueira fue, para mí, antes de conocerla, una especie de exposición permanente de la prehistoria gallega. La comarca ortegana es sin duda una de las tierras más entrañables y significativas del país gallego; es una tierra antigua, de facies profundamente masculina, extendiéndose ante el mar desde el costado de altas sierras y desde el borde de dilatadas brañas. Pero Maciñeira y sus hallazgos prehistóricos le daban a su antigüedad y a la problemática de su paisaje un tono especial; porque al Maciñeira historiadorr más que Fajardos y Villarnovos, Saavedras y Pardos de Lama y el señorío del de Astorga y las viejas infantas góticas de las crónicas de los tiempos de hierro, lo que le iba era el celta, y el que le apasionaba era el hombre enterrado en el dolmen y el que oficiaba los ritos druidas en el cromlech propiciador. Mi primer encuentro con él, paseando en Ortigueira por la carretera, fue una larga disertación sobre el vaso campaniforme. Lo dibujaba, boschgimperianamente, en el aire, y yo me ponía a imaginar, siempre que recordaba a Maciñeira en su villa, una Ortigueira llena de vasos campaniformes, ella misma un enorme vaso campaniforme con el labio roto por el lado de la ría. Y en el fondo del vaso las campanas de la iglesia haciéndole vibrar. Un vaso de claro color, transparente y tibio.

Álvaro Cunqueiro: Mi Ortigueira. En Programa de festas Ortigueira 1951. In Álvaro Cunqueiro en Ortigueira. Santiago: Consello da Cultura Galega. 2011, páxs. 47-48.

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